miércoles, 7 de diciembre de 2011

Pensando al género como bien suntuario

El siguiente no pretende ser un ensayo, ni siquiera una disertación; el siguiente, es un texto que intenta plantear una problemática más que explicarla. Pues  siendo el último “trabajo final” que haré para materias no puedo pedirle nada más; la seriedad nunca ha sido lo mío. Mucho menos “La Antropología” (sí, con mayúscula).
El siguiente debraye se articulará en relación a la actual construcción del género como bien suntuoso y si es que tal apreciación de mi parte tiene razón de ser.
La estructura será; empezar con una reflexión sobre Margaret Mead al respecto de la construcción social del género como categoría de orden. Lo cual se hilará a Pierre Clastres con la descripción que hace en “El arco y el cesto” sobre la posibilidad de salir a la dicotomía genérica, o en mejores términos, la no-determinación genérico-sexual. Para, de esta manera justificar las variaciones culturales en los planteamientos de Berger y Luckmann en lo tocante a la socialización primaria, en la cual, se empieza a impregnar a los sujetos con un género. Y con esto rastrearlo al contexto actual, donde Lipovetsky me servirá para exponer el devenir mujer como bien suntuoso y de manera teórica abordaré a Baudrillard con “La société de consommation” para poner al cuerpo sexuado como el moderno bastión identitario. Y para concluir el debraye englobaré la argumentación en la  propuesta de Mary Douglas para una antropología del consumo, pues si bien como ella señala el análisis del consumo no puede ser tomado simplemente como una sola actividad, sino que los procesos de producción y distribución se sobreponen en diversas etapas, y así mismo son cruzados por todas las esferas de la vida social,  pues, de esta manera también podemos alegar que los tipos de consumo y los artefactos no son solamente un medio para satisfacer una necesidad sino que la elección de ciertos artefactos sobre otros puede en sí misma posibilitar una lectura de sus portadores/consumidores. Desde ahí el género puede ser justificado como un bien suntuoso. 

“Empiezo”

Empiezo con una justificación a mis justificaciones, ¿qué hay detrás de mi nece(si)dad de analizar al género a la luz de las teorías de consumo? Tal vez la urgencia de justificarme como un bien suntuoso; de justificar mi cuerpo no sólo como un bien de consumo, sino como un bien consumible  por otros; ya se ha explicado el incesto como la “liberación” de mujeres, ¿por qué razón no podríamos alegar que en la modernidad los mismos sujetos se “liberan” para obtener los mayores rendimientos de su corporeidad? Bueno, tal vez es esto lo que intento justificar, pero considera que pudo irte peor; un debraye sobre las economías amorosas y su incorporación a las redes virtuales suena a algo muy “yo”. Considera mi moderación un presente.

Siguiendo la estructura

Algo que me interesaría rescatar con respecto a Margaret Mead es que sus estudios procuraban demostrar que los roles de género (Hombres/Mujeres) no son producto de una esencia (masculina/femenina) sino que son construidos culturalmente, por medio de los procesos de socialización (analizados por Berger y Luckmann) en los que se transmiten las características y modelos que la sociedad en específico valora como los adecuados a cada sexo. Se institucionalizan (en términos de Berger y Luckmann). De esta manera es que se “abre” la antropología al debate (que aún se genera) en torno a si las diferencias entre los individuos tienen una base anatomofisiológica o es completamente cultural. El ser “Hombre” o ser “Mujer” es atravesado por justificaciones “naturales”, las cuales son regladas y construidas socialmente. El género como sistema dador de certezas debe de ser preservado e inoculado en los sujetos como una condición “natural”, de esta manera es que Berger y Luckmann me parecen una posibilidad satisfactoria para explicar el papel de la socialización primaria en la constitución del género como condición dada en la propia “anatomía” del sujeto. He de definir, en un primer momento, a la socialización como el proceso mediante el cual el sujeto toma una dimensión social del sí, por lo tanto la socialización primaria que analizan los autores será la que atravesaría la niñez, y es gracias a ella que un sujeto puede convertirse en un miembro de la sociedad, el proceso es de orden cognitivo y emocional, en él es que se forma el primer mundo del sujeto, y ¿qué cosa hace mayor certeza que “Es un niño”? El género con sus frases pre-escriptivas viene a dar certezas en la “crianza” de los individuos; un “niño” y una “niña” no-son iguales.

 Se ha creado toda una industria que avala y potencia las diferencias;desde las mantitas con colores “femeninos” y “masculinos” hasta los programas televisivos y juguetes para cada “sexo”, en estos momentos el sexo y el género son utilizados indistintamente. Es en esta etapa donde a los sujetos se les construye genéricamente, y sobre ese posicionamiento se relaciona/vincula con otros individuos.  Sin embargo, cada sociedad puede construir mecanismos que permitan cuestionar lo natural; tal es el caso que nos presenta Pierre Clastres:
El artículo “El arco y el cesto”  gira en torno a la distinción de género, a la construcción dicotómica-abierta  y los tabús que rodean a sus “objetos”.
El espacio, los objetos y las actividades son reglados por distinciones de género, lo cual está permeando la estructura social del grupo. El orden socio-sexual es preservado con tabús. Y en la descripción que hace de las actividades cotidianas también se aborda el no-lugar entre los campos simbólicos, el caso de los hombres que llevan cestos, cómo es que uno acepta su condición transformándose en “mujer”, pero al que reniega del “cesto”, se le sigue considerando/viendo como un “hombre” desprovisto de su cualidad/calidad lo cual lo hace objeto de burlas.
La construcción de los géneros, que en primera instancia pudiera pensarse dicotómica, cobra una complejidad sorprendente cuando el autor hace un análisis de la organización del pueblo sobre el “ceder”; la estructura de dependencia que se sustenta en los dadores de sentido: el panné.
Ceder; ceder la comida, ceder a la mujer, ceder a las hijas. Mantener la estructura grupal.
Es de esta manera que Clastres hace una aportación a la comprensión del género no como una simple división de sujetos sino como parte nodal de la supervivencia de los grupos en cuanto instaurador de sentidos y de cohesión.
Con estos supuestos podemos retomar a Berger y Luckmann que se centran en los aspectos que hacen aprehensible y maleable la cultura por un sujeto/subjetivo y ponen gran atención a los procesos que hacen posible la introducción/familiarización de una lógica dadora de sentido a un individuo nacido en cierta sociedad. Pues la realidad se vivencia como “realidad subjetiva”, porque estamos interactivamente en ella, sin embargo se da un proceso de mínima objetivación que se produce por medio de la triangulación/dialéctica. Y ¿dónde me deja esto? A las puertas de intentar explicar el fenómeno desde la contemporaneidad,  el cinismo que me alberga y el apego a autores desacreditables.

Re-empiezo

Según Lipovetsky, la “mujer” ha atravesado tres fases; la mujer naturaleza/depreciada, la mujer belleza/exaltada, la mujer moderna/indeterminada. Esta última mujer no conlleva o es producto de una subversión de los roles de género, sino de una apertura a las esferas de poder; sin embargo, es su misma condición de “fémina” lo que la sitúa como subalterna. La mujer sigue siendo “mujer”, y desde este sistema génerico imperante la “mujer” como producto histórico/social no puede revelarse,  ahí es muy claro Lipovetsky:
El lugar contemporáneo de las mujeres en el mundo laboral y familiar ilustra de manera ejemplar la figura de la tercera mujer como mixto avance igualitario y de continuidad desigualitaria. En nuestros días, las mujeres han adquirido el derecho a la independencia económica, a ejercer todos los empleos y todas las responsabilidades, y, sin embargo, la diferencia trabajo masculino/trabajo femenino subsiste ampliamente; las mujeres son en su mayoría activas, pero su preponderancia en la esfera doméstica sigue siendo escandalosa. En la época de la posmujer de su casa, el reconocimiento del principio igualitario de plena posesión de sí misma no impide en modo alguno que perduren lógicas disímiles en cuanto a roles sexuales. (Lipovetsky, 2002:222)

Entonces, ¿qué está pasando con la “(pos)mujer”?, ¿Cuáles son los ejes que siguen definiéndola? La mujer de esta época, dice el autor,  es la “indeterminada”. Si esto fuera cierto su indeterminación estaría acercándola a una descarnalización del género como condición “natural”, sin embargo la Mujer ha visto en la actualidad un despliegue de artefactos/medios/dispositivos para hacer de la feminidad una trinchera que le permita ganar batallas. Más que plantear una mujer indiferenciada yo plantearía una hipermujer; atenta a los marcadores de feminidad y jugándolos a su favor. La mujer de hoy se ha descubierto no-mujer-natural, pero prefiere seguir arropándose en el sistema de orden genérico. Es como jugar 21 contando. (Sí, ya sé, exagero, pero en algún nivel y porcentaje el pre-consciente debe de estar manejando esta idea; <pasar 3 horas “arreglándote” para salir> me da un poco de razón.)
La “mujer” y el “hombre” tienen un vehículo donde se concretan; el cuerpo
Siguiendo la tangente es que cuelo a Baudrillard entre mis líneas, de cuando esto se vuelve una narrativa insulsa y pusilánime que intenta ver la luz y no el fondo del gabinete.
Si jadis c’était <l’âme qui enveloppait le corps>, aujourd’hui c’est la peau qui l’enveloppe, mais non pas la peau comme irruption de la nudité (et donc du désir): la peau comme vêtement de prestige et résidence secondaire, comme signe et comme référence de mode (et donc subtituable) à la robe sans changer de sens, comme on voit bien dans l’exploitation actuelle de la nudité au théâtre et ailleurs, oú elle apparait, en dépit de faux pathétique sexual, comme un terme de plus dans le paradigme du vêtement de mode. (Baudrillard, 2005:201-202)
                                                                                                                     
El cuerpo y en particular, la piel, se han vuelto vestimenta/residencia y prestigio. Es la arena donde se juegan las nuevas fichas de la integridad del ser y de la diferencia, ya no es la ropa, el vestido, es el cuerpo en su “naturaleza” el que nos trae vestigios de su condición humana/deseable. Es el cuerpo donde se almacenan las certezas. Tal vez tal afirmación pueda ayudarnos a entender cómo es que el cuerpo y su cuidado/mantenimiento se ha posicionado en el centro de nuestra integridad, el cuerpo no sólo da certezas a los demás de nuestra “condición”, nos las da a nosotros mismos, aunque, “yo no tengo un cuerpo, soy un cuerpo”.  Y ¿a dónde apunta esta economía del “tener un cuerpo”? A la funcionalidad; el erotismo funcional, la belleza funcional, todo acallando miedos y disparidades, debemos estar pre-ocupados en conseguir “El cuerpo” heteronormativo, en ningún momento se cuestiona la posibilidad de tener/ser/vivenciar el/nuestro cuerpo desde sus particularidades. A nivel del cuerpo las estructuras sociales de producción y control se tejen, los dispositivos nacen en y desde el cuerpo; el cuerpo deviene sexualizado.
“Le corps est étroitement mêle aux finalités de la produccion comme support (économique), comme principe d’integration (psychologique) dirigée de l’individu, et comme stratégie (politique) de contrôle social.” (Baudrillard, 2005:213)
Desde el cuerpo reglado y reglamentado es que consumimos, consumimos para ser el cuerpo del aparador, el heteronormativo, el cuerpo “Mujer”, el cuerpo “Hombre”; con todas las letras y las dimensiones correspondientes. La industria del plástico se nos ha encarnado. Y me veo tentada a decir que los sujetos son desposeídos de sus propios cuerpos, pero, ¿qué tal si lo que está pasando es que se los están, verdaderamente, apropiando? El cuerpo es consumible, todos, cualquiera, masa amorfa que debe ser estructurada por los cánones de la belleza funcional para dar placer funcional; pues detrás del cuerpo hay placer, “siempre”.
Y lo único que me queda por hacer es un sopicaldo primigenio con las propuestas de Mary Douglas sobre la antropología del consumo orquestando la batea; abordar la economía corporal desde las articulaciones simbólicas que dan lugar y condicionan el consumo del ser/tener. El consumo es una construcción socio-cultural.
Nunca he sido de seguir guías ni caminos, y este debraye no ha sido la excepción, desde un principio he ido mezclando la propuesta de Douglas para hacer legible la importancia que tenía para mí considerar al género y al cuerpo, como depositario del mismo, un bien consumible. Los sujetos se movilizan en “el mundo” con la certeza de un género bajo el brazo, mismo que los irá condicionando en todas las esferas de su vida desde los consumos y apropiaciones que hace; el cuerpo como depositario de está “realidad” no es el quiebre a la norma (y si se necesitan “pruebas” ahí están los individuos que son nominados como “trans”); el cuerpo siempre dice algo de sí. Lo obligamos a hacerlo.

Bibliografía

Baudrillard, Jean. 2005. La société de consommation. Paris: FolioEssais.
Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas. 1968. La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
Clastres, Pierre. 2010. “El arco y el cesto”, en La sociedad contra el estado. Barcelona:Virus. pp. 111-138.
Douglas, Mary. 1990. El mundo de los bienes: hacia una antropología del consumo. México: Grijalbo.
Lipovetsky, Gilles. 2002. La tercera mujer. Barcelona: Anagrama.
Mead, Margaret. 2006. Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas. Barcelona: Paidós.

 

lunes, 8 de agosto de 2011

Sólo quiero huir


El humo me despierta, soy yo y muchos. Cuerpos a mi alrededor, inertes y a la vez emocionados, llenos de energía, de ansia, esperan el final no con resignación. No termino de entender dónde estoy y por qué. El aroma a humanidad impregna mi piel, soy como ellos, esa habitación de techo bajo y paredes desnudas contiene nuestra esencia, nuestras prohibición. Somos los que no debemos ser. Ni un rayo de claridad descombra nuestra oscuridad. Huele a fuego, a perdición, huele a odio, huele a condena, a verdugo, a ejecución,  huele a ausencia de futuro.
Quiero gritar pero mi boca no se abre, intento levantarme y buscar la puerta, mis piernas no responden. Mi cuerpo me contiene, a los demás también. En sus interiores sus esencias se revuelcan, gritan, se resisten, sus cuerpos son pura resignación, nuestros cuerpos son nuestros verdugos.
Recuerdos me atropellan.
Soy yo gritándote. Soy yo riéndome de ti, de tus maneras, de tu gente. Soy yo como amenaza, soy yo incontenible. Somos nosotros en la casa que construyes para mi; costales por un lado, un jardín atrás, hay un árbol de guayabas lleno de cal, la terraza está colmada de botellas de cerveza, hay gente ahí. Me aprietas la muñeca para que baje el volumen, soy tu punto débil, dice todo el mundo, yo no cedo ni un grado.
Mis dedos están llenos de cal, siento que mi nariz me pica. Ya sé donde estoy, es tu “cuarto”, sin ventanas sin ventilación, perfecto para tus trabajitos. No sé por qué acepté que me adoraras, que me convirtieras en tu reina. Hoy me sacrificas. Sé que tú me has puesto aquí, sé que tú prendiste fuego a mi casa, sé que no te vas a arrepentir, sé que mi tono de voz me condenó. Pero a los demás, ¿a ellos qué los condenó?, no puedo ver sus rostros, ni siquiera siento el roce de su piel, los siento en la distancia, más de alguno ya no debe de ser más que un costal de huesos y piel a medio descomponer. Somos los que no debemos ser mientras tú eres, por eso dejaremos de ser.
Recuerdos.
Tú, yo, una cama inmensa y la vista al mar.
Tú, yo, una cama inmensa y el aroma a bosque.
Tú, yo, una multitud y tus brazos rodeándome.
Tú yo y alcohol.
Tú, yo y algarabía.
Tú, yo y mí vestido de novia.
El aroma de mi piel al quemarse me trae de vuelta, me veo arder peor no siento, ya no siento nada; ni rencor, ni ira, ni odio, no hay dolor, no hay felicidad, no hay. Soy ausencia de esencia, de emoción, lo único que falta de consumirse es mi cuerpo. Yo ya no existo.
Tu voz me trae de regreso, estoy bañada en sudor.
-cariño, cariño, estoy aquí-
Aparto tus brazos que me rodean y corro al baño y abro el grifo de la regadera. Reviso mi piel con urgencia, una mujer que no soy yo me mira desde el otro lado del espejo, su mirada me recrimina, me asombra, me muerde los labios. Me meto a la ducha y restriego mi piel. Abres la puerta del baño.
-¿estás bien amor?-
-fue una pesadilla- te contesto tajante mientras las gotas de agua recorren mi piel devolviéndole la sensibilidad.
-eh, amor, algo pasó con tu casa, hubo un incendio-
Sin abrir siquiera los ojos alguien dentro de mí te contesta.
-y no te atrevas a decir que no tienes nada que ver- era mi voz pero no mis palabras, tú te sorprendes aún más.
-voy a ver que tan mal quedo-
-te acompaño- digo saliendo de la regadera, me miras con extrañeza, pero no me dices nada. Abro una gaveta y saco un pantalón vaquero y una blusa, las zapatillas deportivas están en el armario, y la chamarra la levanto de los pies de la cama. Mi cabello aún estila agua, me besas la mejilla como tratando de leer mi humor. Salimos del departamento, la noche es fría, la camioneta está aparcada abajo, nunca he tratado de hacerte entrar en razón de que las SUV  contaminan demasiado. Tu negocio las requiere, tu imagen las requiere. Ocupo el asiento del copiloto, enciendes el motor, y partimos, la casa no está lejos. Dos kilómetros de distancia. Tu gente ya está ahí, nunca son buen augurio, son peores que tú, eso quiero creer. Sacan costales llenos de algo, de lo que quedo de ellos. Yo me mantengo a distancia, los siento.
Me tomas por hombros y me dices que todo estará bien, nada lo está.
Están ahí, dentro, esperándome, cruzo el umbral, las inmensas escaleras están frente a mí, miro hacia arriba, los veo,  sentados en los peldaños mirándome con sus ojos hundidos, sus pieles calcinadas. Bajo la mirada, siento mi piel arder. Doy un brinco y llego al jardín, mi guayabo sigue intacto, quiero llorar, me siento impotente, quiero huir de ti antes de terminar como ellos, quiero huir, no te quiero, quiero huir, esta no es la vida que quiero, sólo quiero huir.

martes, 28 de junio de 2011

Yo

Ante la dorsal ausente;
la sonrisa lacónica de Reyes
y
el estruendo mudo de Vallejo
se traslapan.
La figura callada,
el yo in-sustentable
fungen y fingen como envase;
mi esencia, mi veneno,
mi perfume... mata... lo que sea.
La agresividad
de la que victima hago
al mundo.
Mi juego,
mi yo-infantil,
mi sadismo,
todo aunado a un poco
de piel:
un MÍ.

domingo, 10 de abril de 2011

Ere-s-oy
un montón de circunstancias
que se aparean
en los costales pulgosos
los cuales llamamos
"nos/otros".

viernes, 7 de enero de 2011

A "un-otro"

Tal vez es hora de dejar de buscar en "mi casta" y despegarme de los procesos endogámicos, que los sonámbulos dejen de lamerme las heridas, buscar alguien que se niegue a hacerlo, buscar "un-otro" nunca-yo, perderme en unos ojos tristes que me devuelvan pupilas dilatadas por gustar lo que "ven". Pintarme los labios de rojo carmesí.
Tal vez la consigna de esta décad(enci)a sea otra... buscarme con más (h)arte(ncia)... desmontarme.
poca son las líneas que conjuro, pero son sinceras.
Si no estás perdiendo estás ganando.