sábado, 9 de octubre de 2010

SOPICALDO PRIMIGENIO/DERRAME DE IDEAS.

El cuerpo simbólico/simbolizado/emocional de la comunidad emergente de Guadalajara.

El proyecto de tesis que planteo aquí versa sobre las emociones/sentimientos que se “viven” en lo que denominaría la comunidad “emergente” de la ciudad de Guadalajara.
En una primera instancia deberé de llenar los conceptos de “género emergente” y “género formal” con los cuales trabajaré.
Cuando utilice el concepto de “género emergente” estaré refiriéndome a cualquier individuo que no entre en los parámetros de mujer/vagina/heterosexual y hombre/pene/heterosexual los cuales serían denotados bajo el término “género formal”. De esta manera planteo los primeros ejes de este trabajo; las construcciones de roles de género, el cuerpo simbólico/simbolizado, y la "orientación" sexual.
Uno de los abordes que haré será desde los ethos, en palabras de Bateson “sistema culturalmente organizado de emociones” (citado por Le Breton en 1999:118, tomado de la obra Naven, sin num. de pagina) el cual se comparte dentro de grupos que pueden ser identificados a partir de estatus social, edad y sexo. Es en este punto donde planteo incursionar, me interesaría intervenir pues yo creo que, la comunidad emergente se articula con sujetos que hacen consciente su condición de “emergentes” (o al menos con los que trabajaré) lo que plantearía un choque entre el ethos primario (en el que se les socializó desde el nacimiento) y el ethos secundario (al que se adscriben a partir de la enunciación de su condición de emergentes), con lo cual el cuerpo simbólico/simbolizado, la historicidad y el aparato emocional se ven reconfiguradas pues, las percepciones que mediatizan la relación con el mundo se ven reconstruidas, esta es una de mis hipótesis. Otra iría más ligada a la condición del cuerpo y la transexualidad que se expresa en éste (término entendido no sólo en el sentido del cambio de “sexo” sino también en el trueque de los signos del sexo), pues al ser parte integrante de la simbólica social nos permite hacer una lectura (a la vez que elaborar un discurso) sobre los sujetos, en el caso muy particular de la transexualidad [la cual según Baudrillard (1991:26), todos presentamos al menos simbólicamente] donde los signos son exagerados entrando al juego de la ambigüedad sexual. Hoy por hoy, todos estamos en esa dinámica de la elaboración de un discurso corporal, muchas veces no conciente, mas esto no significa que sea “natural”. “No hay nada natural en un gesto, una percepción, una emoción o su expresión.” (Le Breton 1999:117) y al igual que el cuerpo el acervo emocional con el cual nos desenvolvemos responden a una simbólica social que es traducida de acuerdo con las circunstancias singulares de cada individuo, pero aun así “Las emociones son modos de afiliación a una comunidad social, una manera de reconocerse y de poder comunicarse juntos contra el fondo de una vivencia similar.” (Le Breton 1999:117) y de cara a estas sociedades modernas, de cara a la sociedad tapatía (la que suelen tildar de “mocha”, conservadora) opino que trazar como eje rector de un grupo la condición de género emergente contrae peculiaridades y resignificaciones emocionales/vivénciales/corporales. El cuerpo en particular se constituye como problemático en el sentido de contraer una performatividad consciente y buscada. La performatividad entendida como micropolíticas que gestiona jerarquías, en este caso particular se trataría del defender el “lugar” y el derecho a la visibilidad. Podría hablarse de una deconstrucción de la “conciencia práctica” y la “conciencia discursiva” las cuales son expuestas por Giddens en el capitulo El yo: seguridad ontológica y angustia existencial en su libro Modernidad e identidad del yo, la primera tiene que ver con los actos reflejos y la automatización con la que se realizan, es no-conciente, podríamos ejemplificar con los movimientos, particularmente la manera de andar, mientras que la segunda tiene que ver con la enunciación de las causas de las acciones, con la reflexibilidad de las mismas, en muchas ocasiones la conciencia práctica ayuda a concentrarnos en la conciencia discursiva, pero en el plano de la transexualidad esto debe de ser reformulado, pues hasta el andar es reconstituido, la exageración de los signos llevan a hacer concientes estas “formulas” que nos facilitan la cotidianeidad y a descartarlos/adjuntarlos de acuerdo al “look” que se pretenda adoptar. La simulación es parte fundamental de esta performatividad transexual/trans-emocional donde la portación de signos/simbólicas sociales se desenvuelven de lo ambiguo a lo exagerado pero que al final hace hilarante la diferenciación, en la “sociedad moderna” (/posmoderna) la indiferencia irónica es el humor ponderante  la fragmentación/liquida son conceptos que sirven para pensar los nuevos procesos que se desarrollan dentro de sus “límites” (geográficos/ideológicos) mas sin embargo los ethos siguen presentes, son resguardados por acciones colectivas (en algunos casos tradiciones, en otros casos nuevas legislaciones) y a todo esto responden nuevas maneras de vinculación con el mundo, nuevos aparatos emocionales que sirven a la performatividad, los individuos nos enfrascamos, desde la elaboración del sujeto como sistema cognitivo/desiderativo, en un bucle anhomeostático/homeostático donde estamos en conflicto constante, buscamos la resolución de nuestras vinculaciones según nuestros términos pero estos acercamientos modifican el objeto (se objetiviza para poder sentir-vislumbrar-adaptar) al cual nos vinculamos.
Somos afectados/afectantes de nuestras vinculaciones.
Desde estos planteamientos quiero/deseo abordar a la comunidad emergente de la ciudad de Guadalajara, pues dentro de los conceptos que propongo yo entraría en la categoría de género emergente lo que me permite hacer un estudio desde lo “emic” para lo “etic” (para utilizar categorías de clasificación que imperan en el ámbito antropológico). Si como dicen algunos teóricos “siento, luego existo” (Le Breton 2007:11) ¿qué pasa cuando nuestro aparato de percepciones cambia drásticamente bajo la consigna de descubrirnos como “otros”?, ¿qué pasa cuando volvemos a tener la otredad encarnada? (la primera otredad la vivimos en nuestros primeros meses de vida cuando no reconocemos a nuestras extremidades como parte de nuestro ser), ¿qué pasa cuando nos volvemos inapropiables/inapropiados para la hegemonía? Nuestra herramienta de vinculación es trastocada por estas condiciones, tomamos conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno a partir de nuestros sentires, de nuestro cuerpo, cuerpo que entra en la performatividad, somos carne pero también tenemos carne. Reconocemos y nos apropiamos del entorno a partir de percepciones fragmentarias, las cuales se articulan bajo nuestro habitus “principio generador de prácticas objetivamente enclasables y el sistema de enclavamiento (principium divisiones) de esas prácticas.” (Bourdieu 2002:169)...............(en proceso).

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